Animarse

No es el nombre del blog que quise darle.
No son las cosas que quría escribir.

Pero soy vulnerable a las palabras de otros, por eso, por miedo, a veces no hago nada.
Pero bueno, acá está. Es lo que hay.
Se puede mejorar.
Pero como siempre encuentro algo en que escudarme, valga esta frase:
“No es valiente quién no tiene miedo”
Empezamos con esto, pero que quede claro que es un pedacito de un todo sin fin.
Tantas cosas racionales e irracionales para hablar!
La política mirada desde el corazón, la música escuchada sin saber de música; la sociología sin ser más sociólogo que el que sabe escuchar al vecino o al compañero de trabajo. El heroísmo sin ser héroe. Un grito de gol en la cancha. La amargura de irse perdiendo. Lo agridulce de seguir causas perdidas. Reirse. Y decenas de pequeñas frases que intentan ser ingeniosas.

Querer conocer el amor.
Veremos.

lunes, 14 de diciembre de 2009

ALGO TENIA QUE ESCRIBIR

Siempre me despierto pensando. Y teniendo tantos pensamientos en la cabeza… ¡Cómo me cuesta escribir!
Tengo que sacármelos de a uno:
Me gustan las mujeres… Sonrío con mis niños... Sería guitarra si me preguntan qué querría ser... Me desvela el mundo...Me gusta que me halaguen… Sueño despierto y me cuesta dormirme… Un tren… Un diario... El placer de la primera copa de rico vino tinto… Ver crecer mis plantas… Pensar que sin los pájaros el cielo sería un desierto... La luz de una linterna... La paciencia de una vela... Un mate y un cigarro... La primera vez que escucho una canción que siempre me va a gustar... Mi melancolía, mi nostalgia... Mis pequeños instantes... La charla inesperada con un desconocido, para concluir que uno no estaba tan equivocado.
Mejor no pienso más.
Salgo a la calle y tomo un colectivo. Despierto y dormido a la vez, como siempre. Me siento en el asiento “de a uno” y apoyo la cara contra el vidrio.
En la otra parada veo a una mujer que viene corriendo y haciendo señas. Retrasada por no encontrar las llaves de su casa, que al final estaban donde debían estar, en un rincón de la cartera. Según la lógica de estos tiempos, el chofer debía arrancar y seguir, ya que la mina estaba casi a media cuadra y era hora pico. Pero no, la esperó.
En ese momento me despierto un poco y despego mi cara de la ventanilla.
En la próxima parada subieron dos enfermeras y se sentaron al lado mío, en un asiento “de a dos”. Escuché su conversación alegre, acababan de terminar su turno de noche. Sí, alegres. Esa alegría incomprensible después de haber recorrido con sus cuchicheos, nocturnos, inertes pasillos, salas.
Unas cuadras más adelante, veo por la ventanilla el gesto satisfecho de un tipo que detuvo su auto para empujar a un coche viejo, un cascajo que se quedó sin batería.
Otra parada más. Subió un cincuentón, con pelo bien largo. Se ve que tiene un trabajo en el cual no necesita “estar presentable”. Y eso se nota en su pelo, y en su andar relajado. Se sentó, abrió el diario y lo empezó a leer de atrás para adelante. Sólo quería saber cómo había salido su equipo, que casi siempre perdía.
En la parada que sigue a la plaza, noto que el chofer estaciona prolijamente. Sube una mujer de más de 40. Está embarazada. Fantaseo, su cara la delata, que de su primer hijo.
Esas imágenes me hicieron venir otros pensamientos.
Un taxista que no está a favor de la pena de muerte.
Mi pequeña hija reflexionando
“Si el que mata tiene que morir, no va a quedar gente”
Alguien que en el anonimato, prefiere la honestidad a la continua oferta de corrupción. Sólo en el asado del domingo le contará a los amigos su hazaña.
Perder unos minutos para acompañar a un “perdido” en una gran ciudad.
La palabra “nada” después del ¿cuánto te debo?
Y otros pensamientos que se enredaron en mis pensamientos.
Ni las mañanas son para mí, ni el optimismo suele tomar vino conmigo.
Pero al bajar del micro, apuro mis pasos con una sonrisa
.



sábado, 13 de junio de 2009

OLOR A TIERRA MOJADA

Leo en el diario que una revista cultural alemana organizó un concurso internacional para elegir la palabra más bella.

Ya sé lo que algunos van a decir: y por qué no se ponen a laburar. Sonrío con la sola idea que lo hayan pensando antes de terminar esta frase. Me imagino sus caras.

Pero vuelvo. La palabra elegida es turca, y mí no me parece que sea linda: yakamoz. Igual, es indiscutible lo que dice la publicación: no existe en el castellano. Y no sólo que no existe sino que se necesitan ocho palabras para definirla. Significa el reflejo de la luna sobre el agua. Claro que sí, significa algo bello.

Volviendo a volver, volviendo de Alemania y de Turquía, esto me hace acordar a mi hija. Discute con las amigas si existe o no el olor a tierra mojada. Ella dice que sí, porque yo le enseñe a olerlo de chiquita cuando la lluvia está por venir, o cuando empieza lentamente a llover.

¿Tiene nombre en castellano el olor a tierra mojada?


Si no lo tiene, habría que inventarlo. Porque se lo merece.
Y de paso también terminan las discusiones de mi hija con sus amigas preadolescentes.

domingo, 7 de junio de 2009

NO PUEDO ENTENDER QUE SE PASE DEL ALBOROTO AL ALBOROZO

Mezclando en el blog, seriedad, trivialidad y locura… sigo con esto.


Para escribir, siempre necesito partir de algo, atento mi limitada creatividad. Así que acá van unos fragmentos editados de “La Borra del Café”, de Benedetti, y después, lo mío.

“El 9 de agosto de 1945 los norteamericanos lanzaron sobre Nagasaki su segunda y descomunal bomba, que despojó de sus vidas y de sus techos a decenas o acaso cientos de miles de seres humanos. No sé por qué la bomba de Nagasaki me afectó más que la de Hiroshima. Tal vez porque no sólo representó el horror sino su continuidad. Como los que arrojaron la bomba eran norteamericanos los locutores se pasaron el día celebrando el acontecimiento y alabando los formidables adelantos de las técnicas bélicas de las fuerzas democráticas. Por otra parte, los cientos de miles de víctimas no eran blancuzcos sino amarillentos, así que tampoco había que preocuparse demasiado. A mí aquello me parecía un horror. No podía entender que la gente oscilara tan irresponsablemente entre el alboroto y el alborozo. Con qué rapidez los norteamericanos habían aprendido de los nazis el sistema de los hornos crematorios. De Auschwitz a Hiroshima, sin escalas. Me había propuesto pintar mi Nagasaki. La noticia me había conmovido demasiado como para dejar que la desmemoria la volatilizara. Por otra parte, a medida que pasaban los días, los pormenores del horror nos invadían, nos cercaban. Era como si Alguien nos dijera, también ustedes pueden sucumbir, en rigor ya están sucumbiendo, sólo que son otras bombas las que los calcinan. Cuando escuchaba a los comentaristas de radio, o leía a los periodistas, que exaltaban aquellas masacres porque habían evitado millones de otras muertes, me parecía que una nueva doctrina, la hipocresía científico-técnica, acababa de nacer. Estuve días y días haciendo bosquejos, pero no daba con las imágenes adecuadas. El pincel y la espátula se me caían de impotencia y todos y cada uno de los colores me parecían inocentes, inexpresivos, pusilánimes. Una tarde vino Norberto a buscarme con su flamante camioneta. Estaba tan orgulloso de su adquisición que se ofreció a llevarme a donde yo quisiera. No estaba yo para paseos. Le hablé de mi tema obsesivo: Nagasaki. Ah, la otra bomba, comentó Norberto, ya que para él, como para todo el mundo, había una bomba titular, la de Hiroshima. La de Nagasaki era simplemente la otra bomba, la suplente. Le hablé de mis problemas para encontrar una expresión artística, adecuada a esa miseria. ¿Miseria dijiste? Tengo la solución a tu problema. Y arrancamos. Prácticamente atravesamos la ciudad. De pronto Norberto frenó. Estábamos frente a un enorme, monstruoso basural. El hedor era insoportable. Tipos andrajosos, mugrientos, mujeres desgreñadas, niños y adolescentes hurgaban entre inmundicias, entre escoria y cenizas, buscando algo, no se sabía qué. Cuando advirtieron nuestra presencia, levantaron por un instante sus cabezas y nos miraron sin prevención, sin odio. Nos miraron sin nada. Enseguida volvieron a su hedor, a su roña, a su trabajo. Aquí tenés tu Nagasaki, dijo Norberto."

Valga de loco disparador estos pensamientos de Benedetti para hacer futurismo y realismo (lamentablemente no fantástico)

Los que admiran a Obama me tienen harto.
No puedo creer que se pase del ALBOROTO de Bush, al ALBOROZO de Obama

Entonces, me pregunto, no será Obama el Nagasaki de estas épocas?
¿Alguien puede llegar a pensar que este tipo no va a responder a los intereses norteamericanos y que va a torcer el rumbo de la historia de violencia de ese país?
¿Con qué va a alimentar el consumo, el miedo y le prepotencia de la sociedad norteamericana? ¿Cómo va a satisfacer la voracidad de los poderosos de su país y a sus aliados?

Como habla con palabras moderadas, es “demócrata” (y negro), nos dicen que tenemos que pensar que algo cambió. ¡No cambió nada! Es todo pendular. Van a hacer lo mismo, pero con algo de sutileza, por un tiempo.

Habrá miles de pequeños Nagasaki, desde Afganistán, hasta un basural en cada rincón del mundo.
Así que para que no nos pase lo que a Benedetti, estemos preparados, como le dijo a Don Mario su tío Edmundo, estemos preparados “conservando la cordura”.

¿En dónde les parece que, en mediano tiempo, caerá la segunda bomba(la suplente) después de la que tiró Bush al mundo?










lunes, 1 de junio de 2009

PROYECTO DE LEY



Como tuve críticas sobre el escrito anterior, que rondaban entre que era “bueno pero largo”, “jugoso pero denso”, y cosas así, voy a mechar mi serie de escritos con esta nota.

Ya que estamos en épocas de elecciones y todos tienen slogans y ninguna propuesta… yo propongo penar a los médicos, odontólogos y demás profesionales, que en sus salas de espera tengan revistas viejas.

Para que la ley no se transforme en inaplicable, deberá haber un Organismo Estatal que audite las revistas y que multe a los consultorios que tengan ejemplares de más de dos meses de antigüedad. Además a los que tengan más de un mes, si ya tienen los crucigramas hechos.

Como todos somos hijos del rigor, y necesitamos premios y castigos, propongo que se premie al consultorio que tenga revistas que no vengan gratis con los diarios.

Tampoco quiero entrar en la “mano dura”, pero debiera llegarse a la clausura del consultorio o a la detención del profesional en cuestión, por tener revistar rotas, de temas médicos, o esas revistitas de los hipermercados o de cadenas de venta de electrodomésticos.

Tolerancia cero para los consultorios que sólo dispongan de esos boletines barriales o de de revistas recortadas, precisamente, en la parte más interesante que supuestamente tenían.

¿Qué otros proyectos podrían mechar este entremés hasta que escriba algo serio nuevamente?


viernes, 22 de mayo de 2009

Otro Ángel sabe usar el PALO

Horóscopos de Descaminos


TAMBIEN NACIO EN SEPTIEMBRE
La madre le puso Ángel por un cantante. Su apellido era Cabrera como el de la mamá. Donde nació, muchos de sus vecinos tenían sólo el apellido materno. Su mamá siempre contaba que “el Ángel había nacido en punto” Tiene dos cumpleaños, el 12 de septiembre a las 12 de la noche y el 13 a las cero cero”.
Conoció algunos padres de otros pibes. Pero lo que veía y oía de otras casillas de la villa, le hicieron no pensar mucho en su papá.
Donde creció se iba a la escuela cuando no había otra cosa que hacer.

SE DESCAMINA EL CAMINO
Nunca había leído un horóscopo. Pero ese día le tendría que haber salido. “Familia: malas noticias”. Ese día la mamá se fue quién sabe a dónde.
Tenía más hermanos que dedos en las manos. A la Zulmita y a él les tocó ir a lo de una tía, que vivía en la villa Allende.
Sólo conocía a esa villa porque había oído una que otra historia de peleas. Relatos sobre emboscadas y tiros. “Problemas en la hinchada” contaban los vecinos en el almacén.

NUEVO BARRIO Y EL DESCAMINO SE ABRE EN DOS
La tía era buena mujer. Y venía con tío incluido. Viéndolo a él, fue la primera vez que pensó en cómo sería su padre.
Eran muchos primos, todos más chicos que Ángel, y había poca comida para todos. Sin embargo, nadie se quejaba. Es más, el tiempo lo ocupaban en jugar y reírse bastante.

El tío, que era el suplente del cortador de césped en el club de golf que estaba en el barrio Villa Posse, (ese que está detrás del muro y que tiene cámaras para filmar), al ver que el pibe era despierto, habló con el encargado para que Ángel fuera a hacer de ayudante de cadi.

Ese día salió contento con la bici. Lo único que había heredado. El horóscopo tendría que haber dicho: Trabajo: Se te escondió el camino.
Cuando dobló en la esquina, se encontró con algunos pibes que conocía y con otros que no. No necesitaron amenazarlo con nada. Sabía que la bicicleta no iba a ser más suya.

Se fue caminando las 30 cuadras que separaban la villa del campo de golf. Tuvo que dar un rondín para esquivar el muro. Dando la vuelta, se encontró con un par de famosos del barrio. También habían tenido que dar el rondín para esquivar el muro. Venían con un bolso demasiado lleno, de cosas que –obvio- no eran compradas. Escuchó un “Que ganas de hacernos patear al pedo”.

Cuando llegó al club se chocó con otro muro: “Pibe, llegaste media hora tarde, empezaste mal, y terminaste antes de empezar”

Esa tarde, para consolarlo, su nuevo amigo, el “tuca”, lo invitó a tomar una birra. Se sentaron en la vereda del kiosco enrejado. Previo dejar dos pesos por “el vacío”. Hablando de nada, salió el tema de “qué buenas zapatillas ¿son de la feria paraguaya?” “No chabón, son posta posta, me costaron 400 mangos”. Ángel pensó que era justo la misma plata que le iban a pagar por mes por hacer de cadi.

Zapatillas van, fondos de cumbias vienen, quedaron en encontrarse a comer algo en lo Axel, el medio hermano del Tuca. El más grande de todos sus medios hermanos. Parecía que de ahí venia la plata para las zapatillas.

PINCELADAS DE UN DESCAMINO ANUNCIADO
Siempre iban a morfar al comedor que estaba en la villa. Ahí tuvo su primer palo. Se lo habían dado (junto con una capucha) los del comedor para ir a la Capital. Esos que hablaban cosas que nunca había oído ni en la casa de su mamá, ni en lo de su tía, ni el pool. Parecían buenos flacos.

Un día, como todos, cuando no importaba nada, a la hora de la siesta, entró al comedor con otros pibes.
No tuvieron que hacer mucho esfuerzo para abrir la puerta de chapa, palanca con el palo y listo. Era bueno usando el palo.
La cortadora de césped, la garrafa de gas, una bordeadora y dos pares de zapatillas se trasformarían en cerveza y algo para comer.

Fue al bar... Esos bares de barrio, donde no entran mujeres. Preguntó cuánto valía la pizza. “16 pesos”. Ofreció un par de zapatillas, el del bar las miró, las dejó debajo del mostrador, y dijo: “me debés 4” y se escuchó al aire un: “¡Sale una pizza!”

Esa noche en lo de Axel, el humo tapaba las palabras, así que entendió poco de lo que le proponían. “Vas con la motito y me llevas el paquete a lo de… bla bla bla”, y no se acordaba más.

Al otro día, el mate cocido con pan, le hizo acordar todo. Pensó que no. Mejor dicho, pensó que mejor no pensar en eso.
Así pasaron varias mañanas de mate sin galletitas, mediodías de sánguches, tardecitas de faso y noches de acostarse con sólo cerveza en el estómago.

Pensando sobre la propuesta pasó por la vereda de un Kiosco de revistas. En ese semanario que nunca leyó, hablaba un golfista famoso: “Hice un gran esfuerzo. Eso demuestra que se puede, hay que sacrificarse y con trabajo se puede”
Hoy no se acuerda ni cómo ni cuándo dijo “Dale, voy”
Hoy solo se acuerda que no tenía a nadie a quién preguntarle qué hacer. Sólo se acuerda que dijo, “Bueno, hay que sacrificarse”.

En muy poco tiempo, pasaron muchas cosas. Minas fáciles, minas difíciles. Amigos que no eran amigos y amigos que aunque quisieran, ni podían ser amigos de ellos mismos.

Humo, cerveza. La guapeza del barro y otros muros que pudo, esta vez, saltar: supo aprender a pegar. Si la mano venía mal, tenía su palo...

FOTO DE UN DESCAMINO
Pudo haber sido por la minita que le gustaba a los dos, por guita, por demasiada cerveza, o sólo porque en el horóscopo había salido ese día “Amistad: ruptura de una larga relación”.
En el pool, el “Tuca” se le hizo el malo y le pegó varias piñas fuertes que lo dejaron en el piso.
Quedó tirado, pero como si alguna vez hubiera leído en otra revista semanal, lo que dijo ese famoso golfista: “Con o sin ayuda, a cualquiera que tenga un palo le digo que le dé para adelante con todo”. Como si alguna vez hubiera leído esa revista, se levanto y le sacudió duro con el palo. Se armó quilombo de los jodidos. Vino la policía a los 10 minutos Todos contra la pared, cejas y narices sangrando. Y en los bolsillos algo de marihuana.

DESCAMINO A LA MIERDA
Elecciones, y ante la “demanda social”, como decían las mismas revistas que nunca leyó, había un nuevo régimen penal para menores.
El policía todavía no lo conocía bien, pero sabía que había bajado la edad de esa palabra que le costaba pronunciar: “imputabilidad”. Depende la edad que tenia al aprehendido debía mandarlo a “tal lado o a tal otro”. Así que le preguntó a Ángel: “¿Cuántos años tenés?

“Depende”, -dijo-, capaz que hoy es mi cumpleaños, o capaz que cumplo mañana”.
El milico, con el humor de haber laburado 12 horas, le pegó fuerte en las piernas con, precisamente, un palo. Oficial.

En el diario. En recuadro chiquito y en la esquina de la sección policial, justo en la página de al lado donde está el horóscopo, se publicó, “Guerra entre narcos en Villa Allende. Dos menores detenidos.”